lunes, 6 de diciembre de 2010

Antitodo de Eskorbuto - La historia

Con el título "La historia de ‘Anti todo’, de Eskorbuto, el gran disco de culto del punk" la revista Rolling Stone publica un escrito de Ivar Muñoz-Rojas.

Eskorbuto, de izquierda a derecha: Jualma, Iosu y Paco. (Foto: Xavier Mercadé)


Fue grabado y mezclado en 36 horas, arremete contra su banda rival La Polla Records y elevó a la banda al estatus de culto. Su único superviviente cuenta cómo arrancó todo en un Simca 1200.

Anti todo, de Eskorbuto, estuvo a punto de desaparecer para siempre. O al menos con su sonido original: la copia matriz, el master de grabación, desde la que se fabrican los ejemplares estuvo desaparecida durante años. El disco se grabó con escaso presupuesto, deprisa y corriendo, su acogida superó cualquier expectativa, pero la lucha por sus derechos acabó en los tribunales. Y la obsesión con la muerte que recorre sus 29 minutos y 52 segundos acabó siendo una realidad: las dos cabezas creadoras del trío, Iosu (voz y guitarra) y Jualma (voz y bajo), murieron, por su adicción a la heroína, con sólo unos meses de diferencia a los pocos años de salir el disco.
La historia de Anti todo (1986) está llena de malos presagios, contratiempos e imprevistos. Y de canciones inmortales. Parafraseando la canción que lo abre, es una historia triste lo que hay detrás del que para muchos es el mejor disco de punk hecho en España. 25 años después de su gestación se reedita Anti todo, de la mano del sello barcelonés B Core.

“Eskorbuto teníamos la suerte de no vivir de la música y así podíamos decir lo que nos salía de los huevos”. Con esta contundencia presenta a su ex grupo Paco Galán (54, Cáceres), batería de la banda de Bilbao y el único que puede contar este relato en primera persona. Los 80 acababan de nacer cuando este ajustador de metales se juntó para tocar con Iosu (Jesús María Expósito; Bilbao, 1960 – Bilbao, 1992) y Jualma (Juan Manuel Suárez; Bilbao, 1962 – Bilbao, 1992): dos adolescentes punks y parados que amaban tanto a los Who y a los Sex Pistols como odiaban La Margen Izquierda de su ciudad, como se llama a la parte obrera y más castigada de la urbe en la que se habían criado. “Siempre fui la bisagra entre ellos”, cuenta el superviviente. Una tarea poco sencilla, tratándose de una banda que tocó su primer himno Mucha policía poca diversión en una cárcel, en Basauri (y con el padre de Iosu entre el público, por cierto), que se desmarcó del llamado Rock Radical Vasco (el hervidero creativo, político y mediático que lanzó a Barricada, Kortatu o Hertzainak) con su canción A la mierda el País Vasco o que robó una guitarra a sus coetáneos y rivales La Polla Records. Pero a eso llegaremos más adelante.

En diciembre de 1985, Iosu, Jualma y Paco se suben al viejo Simca 1200 de este último para recorrer los 90 kilómetros que separan Bilbao de San Sebastián, para grabar su segundo álbum y la continuación del exitoso debut en largo que fue Eskizofrenia (1985). Iban con los deberes bien aprendidos: durante un año habían rodado las canciones en el caserío de Paco, en Portugalete, donde ensayaban, y también en una decena de conciertos. “No tocábamos mucho en directo y, como no había mucho que hacer donde vivíamos, nos pasábamos el día en el local”, recuerda el batería. El taxímetro marcaba el ritmo en los desaparecidos estudios Tsunami. “Nosotros pagamos la producción del disco y luego se lo vendimos a la discográfica. Nos dieron un millón de pesetas [6.000 euros]. Había que hacerlo deprisa”, añade el músico. Pero la historia es diferente según quién la cuenta. Diego Cedrán, biógrafo del grupo que dedicó cinco años de trabajo a su libro Eskorbuto. Historia triste, apunta: “Fueron 400.000 pelas [3.600 euros] lo que les pagó Discos Suicidas”. Cada hora de grabación costó 12.000 pesetas (72 euros), una cifra no mucho más baja que la de los costes actuales para discos independientes (sin tecnología digital al alcance del usuario medio, estas producciones resultaban mucho más caras entonces). Los medios para hacer la portada del disco también fueron singulares: Pablo Cabeza, periodista musical puntero en los medios vascos entonces, pintó de manera improvisada el nombre del grupo y el título del disco sobre una cartulina negra. Sus colegas de Eskorbuto le pagaron 5.000 pesetas (30 euros) por su obra. Unas cifras muy punk, vaya.

La portada de "Antitodo" de Eskorbuto

Eskorbuto grabó Anti todo en dos mañanas largas (las tardes en el estudio eran para Korroskada, grupo compañero de sello y principal apuesta de éste). Desde la guitarra crujiente que arranca el disco con la conmovedora Historia triste (“Pasan los años, pasa tu vida... Este puede ser tu último segundo”, dice su letra) hasta el épico, e igual de tosco, final con Ha llegado el momento (el fin), hay desafines e imperfecciones rítmicas. “Lo teníamos claro: queríamos que fuese así”, explica Paco. Tampoco falta rabia, fatalismo y desazón. En este disco, grabado y mezclado en 36 horas, hay críticas al gobierno (Es un crimen), al encasillamiento (Anti todo) o a la música de baile (Mata la música disco). También hay dardos con nombres y apellidos.

“Gentes ignorantes que antes nos tenían miedo cogen confianzas que nunca les dimos. Cobardes que van de valientes…”. Una de las estrofas más célebres de Anti todo está dirigida a otro nombre célebre del punk ibérico de los 80: La Polla Records. La rencilla empezó cuando Eskorbuto robó una guitarra a la banda de Evaristo en un concierto en el que las bandas compartieron cartel. La formación de Evaristo, ofendida, respondió despotricando contra el trío en entrevistas. Y así nació Cuidado. Eskorbuto regaló esta canción de odio a sus rivales, pero nunca les devolvió el instrumento y todo el país pudo ver al trío tocándolo –en play back, eso sí– en su participación en La bola de cristal, el mítico programa de la televisión de los ochenta, por donde pasaban punkis, progres y modernos. Eskorbuto no fue un grupo de trato fácil.

Otra gran polémica en Anti todo fue la canción Haciendo bobadas. Según reveló en su época el guitarrista, Iosu, estaba dedicada a Herri Batasuna. La canción, que si se cogen las dos iniciales de la palabra se queda en HB, son 57 segundos acelerados donde se dice: “No lo entiendo, no lo entiendo/ siempre están igual, haciendo bobadas”. Sin embargo, Paco, el batería, desmiente ahora esta versión: “Eso es solo una leyenda”. Pero no todo son canciones críticas con el entorno: una introspección que difícilmente podría ser más pesimista (“El pasado ha pasado, el presente es un fracaso y el futuro no se ve”) terminó por ser de las más célebres del disco, la favorita de Iosu entre su repertorio y probablemente la canción de punk español más conocida en Latinoamérica, donde Eskorbuto actuó y consiguió seguimiento masivo en sus últimos días (en México tocaron para 4.000 personas, en DF).

El desenlace de esta historia no tiene menos contratiempos que su gestación. Anti todo superó las expectativas comerciales, y no tardaron en surgir disputas entre el grupo y su discográfica por sus beneficios. La asfixiante dependencia a la heroína de Iosu y de Jualma tampoco ayudó: “Les decía: ‘Vais a morir, hijos de puta’, y ellos respondían: ‘Que sí, Paco, que lo vamos a dejar’. Pero sólo se desenganchaban tres días, salían del hospital y se volvían a meter”, recuerda Paco. Eskorbuto quiso recuperar el master de la grabación pero Discos Suicidas se negó a cedérselo. Cosas de contratos no firmados como es debido. No hubo juicios ni abogados (entonces): el grupo entró por su cuenta en las oficinas de la discográfica y se llevó la bobina. Robo o recuperación de bienes, a partir de ahí estuvo desaparecida durante años. Fue Diego Cerdán, investigando para su libro, quien se encontró -casi una década después de la publicación de Anti todo (salió en febrero de 1986)– esta bobina, que cogía polvo en el despacho de un jefe de una discográfica multinacional. “No había ningún contrato firmado y por eso no lo había publicado esta discográfica”, explica el biógrafo, que prefiere mantener en el anonimato a quienes entonces le cedieron este master. La pelea por los beneficios y la gestión del disco surgiría ahora entre Paco (“alguien firmó algo que no debía”, dice) y Discos Suicidas. Ganó el primero.

Al fallecer Iosu y Jualma, Paco siguió adelante con Eskorbuto, editando discos y actuando hasta 1998, pero ya no fue lo mismo. “Creo que el punk de los 80 vuelve a tener tirón porque muchos adolescentes que escuchaban estos discos en casetes grabadas ahora cuentan con algo de dinero y quieren tener buenas ediciones”. Lo explica Jordi Llansamà, arqueólogo del primer punk hecho en este país y jefe del sello independiente B Core, que ahora vuelve a sacar este disco cotizado al alza (más de 60 euros se paga por un ejemplar de la edición original, en eBay). La nostalgia llega con las canas y también a generaciones más jóvenes que no vivieron este disco en su momento (“Cualquier estilo underground que merezca la pena permanece”, opina el jefe del sello B Core). Pero no al único superviviente de este relato: “¿Si echo de menos a Iosu y a Jualma? No, ellos tuvieron la muerte que deseaban. Eskorbuto siempre será joven”, sentencia Paco, batería y único superviviente del trío.


ESKORBUTO - Historia Triste (vídeo subido por vozdh)



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